Éste es el último libro de Julia Navarro, en el que varias historias se entrecruzan. Una de esas historias es la que ocurre en la Tercera Parte de la novela, en la época actual. En el capítulo 8 de esta parte, se narra el viaje de un islamista y su familia desde Alemania hasta Granada. Empieza así:
"El viaje fue largo y pesado. desde Frankfurt llegaron hasta Estrasburgo, luego atravesaron Francia y cruzaron los Pirineos por Perpiñán, y por la carretera de la costa hasta Granada." Página 398.
Ahora bien, la señora Navarro ha debido de oír eso de que Sevilla huele a azahar y cree que toda Andalucía huele igual cuado dice:
"Aunque tenía miedo, se sentía feliz desde el momento en que había entrado en la provincia de Granada, colmada del olor a azahar, limones y espliego." Página 398
Viniendo por la carretera de la costa desde Francia, a la provincia de Granada se entra por la A-92, y el primer pueblo es Las Vertientes, anejo del municipio de Cúllar. Las Vertientes está a sólo tres kilómetros del puerto de El Contador (Almería) que tiene una altitud de 1130 m. Esto hace imposible el cultivo de cítricos, ya que caen unas heladas y unas nevadas que hacen que, a veces, se corte la misma A-92. En esta zona no se puede cultivar ni siquiera el olivo, tan común en el resto de Andalucía y en todo el Mediterráneo. En cuanto el espliego, sólo hay el que planta la gente en su jardín. Si Julia Navarro hubiera afinado su olfato en el caso de haber pasado por la A-92, sí habría notado, al entrar en la provincia de Granada, cómo desaparecía el hedor provocado por las numerosas granjas de cerdos de la provincia de Murcia.
Para ser un buen escritor hay que viajar y "oler" más.